El Madrid volvió a caer, en esta ocasión frente al Tottenham en la Champions League. Lo peor no fue la derrota sino la imagen de los blancos en el momento más flojo de la temporada. El equipo de Zidane precisa de un reseteo urgente.
Había mucha expectación por ver qué cara tendría el Real Madrid después del pobre encuentro en la Liga frente al Girona el fin de semana pasado. Ese ejercicio liguero fue impropio de un equipo que va enseñando en la manga un puñado de Copas de Europa. Precisamente en su competición fetiche tenía que examinarse frente al Tottenham en un escenario tan mítico como Wembley.
Zidane repitió el once de Girona y el Madrid arrancó bien. Una sensación que resultó ser un espejismo. Enseguida se repitieron los errores del último choque. Pases y más pases fallados de las botas de jugadores como Modric o Kroos, una señal inequívoca de que algo no está funcionando en el equipo. El Madrid está gripado en su sala de máquinas. Sólo Isco mantiene el tipo pero un sólo jugador no puede tirar del carro en una competición como la Champions.
Con el paso de los minutos todo se fue aclarando para desgracia del Real Madrid. El primero gol de Dele Alli, previo fuera de juego del lateral que dio el pase al corazón del área. Despertó el Madrid con el gol. Sintió el avivador en el mismísimo trasero y comenzó a confeccionar una ofensiva en la que Cristiano Ronaldo se convirtió en el principal protagonista. La mejor jugada de los blancos llegó a cinco minutos del descanso, pero el balón acabó en saque de esquina.
En el receso, Zidane decidió modificar el dibujo. Situó a Casemiro como tercer central y adelantó a Marcelo y Archaf al medio del campo para contrarrestar el buen juego del Tottenham. Lejos de mejorar el Madrid la cosa fue a peor. Se resquebrajó en canal, de arriba abajo, y el rival se movió como quiso ante la apatía del Madrid. Así fueron cayendo los goles uno detrás de otro de manera inexplicable hasta ver en el marcador un contundente 3-0.
A falta de veinte minutos, los jugadores del Madrid estaban con los bajos abajo y con la mirada perdida. Tardó Zidane en reaccionar y los primeros cambios cuando quedaba un cuarto de hora. Volvió a tocar el dibujo y regresó a defensa de cuatro. En ese tramo, Cristiano Ronaldo encontró el tanto de la honrilla y un último arreón para intentar arreglar una imagen tan pésima.
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